A las cinco de la mañana, ya estaba despierto y engrasado hasta las cejas. Pinté la camioneta de un rojo chillón, le quité las abolladuras, le cambié las ruedas, tapizado los asientos… Debía de estar todo listo para su llegada.
A claro, no lo he contado… la camioneta se la vendimos a Charlie. Era un regalo para su fabulosa hija. Me enteré la noche anterior de la llegada de Bella. El jefe de policía nos llamó para decirnos que nos la compraba para ella. Me puse como loco. De poco entro en fase dentro de casa. Así que cuando me relajé fui derecho a mi habitación y puse el despertador en hora. Exactamente a las cuatro de la mañana.
Hacía una bonita madrugada, oscura y tría consigo un poco de niebla espesa. Me puse la chaqueta del chándal, aunque no la necesitaba ya que tenía la sangre más caliente que cualquier ser humano, y me dirigí hacia el porche de detrás de la casa, dónde estaba la Chevy. No esperé a que se encendieran las luces y empecé a trabajar.
A las dos horas ya había casi acabado, y todavía me quedaba una hora para arreglarme. Tapé la camioneta con una sábana vieja y entré corriendo a la casa. Billy estaba despierto, estaba dando vueltas por la casa en su silla de ruedas.
- Qué buscas papá? – le pregunté mientras me dirigía hacia el cuarto de baño.
- A ti, hijo! Dónde te habías metido? Llevo un rato buscándote.
- Estaba arreglando la camioneta. – le respondí quitándome al mismo tiempo la camiseta sudada y dejando ver mi musculoso torso. Después, le miré a los ojos como si me estuviera insinuando… - Hahaha! Desde que soy hombre lobo he cambiado mucho, y a mejor! –
- Pero que presumido eres Jake! – y empezó a reírse tan fuerte y descaradamente para luego hacer una mueca de no haber entendido algo. – La camioneta? - siguió - Si la arreglaste hace dos días…?
- Si papá, pero entonces no sabía que era para Bella…
- Ah claro! Ya entiendo… - y me lanzó una sonrisita que no había visto en mucho tiempo. Eso me recordó cuando éramos una familia… completa. -
- Bueno papá, te veo luego que se hace tarde! –
Me despedí de él con un gesto y me metí corriendo en el cuarto de baño, cerrando detrás de mí la cortina que teníamos a modo de puerta.
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